El convento de San Pedro y Santa Isabel fue fundado por María de Sotomayor y Juana Mexías, descendientes de los Chaves de Trujillo. Eran hijas de doña Francisca Ribadeneyra, dama de la reina Isabel de Portugal. En su construcción contó con el apoyo de los Reyes Católicos y del Concejo trujillano, pues el escudo de la ciudad y el de los monarcas se esculpieron en diversas partes del edificio. Es un cenobio de clausura, uno de los escasos ejemplos del modelo de arquitectura de los años finales del siglo XV.

La iglesia es de planta rectangular sobre muros de mampostería reforzados por estribos. Destaca en el altar mayor una imagen del Cristo de las Maravillas, obra del siglo XVII. En el sotocoro destacamos una talla policromada del siglo XVI, que representa a San Francisco de Asís recibiendo los estigmas. Conserva en su interior interesantes obras artísticas y una colección de Niños Jesús «de clausura».

En el locutorio del convento destacamos un óleo sobre lienzo, del siglo XVIII, con la representación de San Pedro Mártir, semiarrodillado y con báculo en el suelo. Un óleo sobre lienzo, de Santa Filomena, del siglo XVIII, con delicado tratamiento de los pliegues del manto, así como la minuciosidad en los detalles del adorno del vestido. Siendo la obra más destacable una Santa Faz, atribuible a Zurbarán.