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Mercedarias
Para llevar a cabo esta misión, impulsado por el amor de Cristo, inspirado por la Virgen María y respondiendo a las necesidades de la Iglesia, el 10 de agosto de 1218, san Pedro Nolasco fundó en Barcelona la Orden de la Virgen María de la Merced de la redención de los cautivos, con la participación del rey Jaime de Aragón y ante el obispo de la ciudad, Berenguer de Palou.
Por la confirmación del Papa Gregorio IX, el 17 de enero de 1235, la Iglesia testificó la acción del Espíritu Santo en la fundación de la Orden; la ratificó en la práctica de la regla de San Agustín; le dio carácter universal incorporándola plenamente a su vida y sancionó su obra como misión en el pueblo de Dios.
Los mercedarios tienen como maestro y modelo a Cristo Redentor, que con su muerte nos ha liberado de la esclavitud, y están dispuestos a seguirlo sacrificando incluso hasta la propia vida en el ejercicio del ministerio redentor.
Por su intervención en el principio y vida de la Orden, los mercedarios llaman a María Madre de la merced y la veneran como inspiradora de su obra de redención. Ella es la madre de los cautivos a los que protege y es igualmente madre de los redentores al ofrecer libertad a los cautivos.
Para cumplir esta misión se consagran a Dios, con un voto particular: prometen, si fuese necesario, dar la vida como Cristo la dio por nosotros, para salvar a los cristianos que se encuentran en extremo peligro en las nuevas formas de cautividad.
A lo largo de la historia, de acuerdo con las necesidades de la Iglesia y el mundo, la Orden de la Merced ha adoptado diversos ministerios caritativos y apostólicos. Actualmente continúa con esos ministerios y los organiza de acuerdo a las necesidades de las iglesias particulares donde realizan su apostolado: en el mundo de la pobreza y la marginación, la atención a los recluidos en cárceles, los migrantes, la educación y la acción parroquial.
Monasterios