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Benedictinas
La difusión de su Regla de vida es lenta al principio. Hacia el año 597 el papa Gregorio Magno encarga a san Agustín de Canterbury y un grupo de monjes la evangelización de los anglosajones de Inglaterra. Durante la misión fundaron varios monasterios que siguieron la Regla de vida de san Benito. En el siglo VIII, desde Inglaterra, otro monje-san Bonifacio, evangeliza en la provincia de Germania y funda nuevos monasterios con la misma regla. De esta manera la difusión de la Regla de san Benito fue realizándose por toda Europa gradualmente, siendo adoptada en algunos monasterios ya existentes y muchos de los nuevos monasterios que se van fundando.
Posteriormente será otro monje también de nombre Benito, san Benito de Aniano (750-821), quien realiza una primera gran reforma monástica, estudiando y recopilando las diversas reglas monásticas existentes, y promoviendo la implantación única de la Regla de vida de san Benito en los monasterios del imperio carolingio.
Será en el año 910 cuando se funda el primer monasterio realmente benedictino: el monasterio de Cluny, en la Galia. Sus primeros abades, todos santos, buscaron manifestar la belleza de Dios por medio de la liturgia, la oración, el trabajo manual y la caridad. Cluny se convirtió en el centro de la vida monástica y formó una gran congregación de monasterios. Al cabo de cien años más de 650 monasterios de todo Europa seguían la Regla de vida de san Benito.
De la Orden Benedictina surgieron otras Órdenes que siguieron la misma regla de san Benito: Camaldoli, Valleumbrosa, Silvestrinos, Monte Oliveto y principalmente los Cistercienses, que se expandieron rápidamente por todo Europa.
Monasterios